Nacido en Uruguay, tuvo sus primeros contactos con el arte cuando en su infancia participaba en las subastas de Remates Gomensoro y Castells en Praguay. Esta firma pertenecía a su abuelo Enrique Gomensoro. Durante esa época, Nicolás pudo conectarse con las obras de grandes pintores hasta llegar a nuestros días. Desde ese estimulo inicial hasta hoy sus pinturas son realmente excelentes. Seguramente se sorprenderán como me sorprendí yo cuando vi las primeras imágenes de su extensa obra. Vive en Hawai y viaja seguido a Tahití, por supuesto todos los años esta por Punta del Este para visitar a la familia y todos sus amigos.
Nicolás sigue una filosofía muy clara tal y como dijo en una entrevista: Para mí las olas tienen alma, tanto las que surfeas como la de los cuadros. “Una ola que no tiene alma es una ola muerta”. Las olas generan una especie de alquimia cuando las pintas. Hay una especie de energía que es estática por ser un cuadro, pero a la vez se percibe el movimiento, porque hay fuerza y energía positiva. Cada ola es especial, eso luego se manifiesta en el cuadro. Siempre pinto en lugares de olas, nunca pinto algo en donde nunca estuve, lo sentiría como que no es autentico..
